Ayahuasca se toma para poder mirarse a uno mismo desde una perspectiva amorosa, desde donde se puede ser el observador y lo observado al mismo tiempo.

 Se recorre a través de distintos parajes que han marcado nuestra existencia, ya sean experiencias positivas o negativas, que nos han hecho ser lo que somos.

Cuando tomamos ayahuasca se potencia la visión, es decir, todo lo que antes pasaba desapercibido ante nuestros ojos, toma forma, tamaño, color, y es muy notorio ante nuestra percepción fomentando así que podamos resolver conflictos.
Trae al gran maestro que nos habita, para que nos acompañe y ayude a reencontrarnos con la verdad.

Ayahuasca es un poderoso espejo que refleja la verdad de nuestro ser, al ponernos ante él descubrimos una sola cosa: “somos amor”. La impresión puede ser tan fuerte que surgen culpas por no haberlo notado antes, por no haber sido felices, por no haber visto la maravilla que somos, el regalo que somos, el amor que somos.

Pero esa culpa pierde importancia cuando se llega a las profundidades del propio ser y se encuentra una paz imperturbable en la que todas las cosas pierden importancia, y el observador reconoce que todo es impermanente, manteniendo una ecuanimidad perfecta ante lo que sea que esté sucediendo.

Desde este estado amplificado de conciencia se puede resolver todo, incluso la muerte, porque desde esta visión se sabe que la vida es un ciclo infinito.

Autora: Mercedes Andino

Imágenes: Internet

Foto: Esperanza Colmenares